Por Juan José Vega

….Las aristocracias de todas las sociedades señoriales, sin excepción, desarrollaron la poliginia, más conocida como poligamia. Las mujeres habían caído de su pedestal de antiguas diosas y pasaron a ser posesión o propiedad de los nobles. Estos, en el Incario, no solamente tenían acceso a sus más dulces favores, sino que las explotaban en diversos grados. Más que a ningunas otras, a las acllas, que, en forzoso encierro, tejían, bordaban, guisaban exquisitos potajes, preparaban mucha chicha fina; también cantaban y bailaban y tenían que someterse cuando eran concedidas a un gran señor. Todo esto regía en general, salvo algunos casos especiales, el de la Coya (esposa principal) y el de las favoritas. Tal fue el sino de las mujeres en el Perú Inca.

Ellas procedían de casi todas las provincias del Imperio. Gracias al elevado número de aquellas mujeres dejaron los reyes Incas muchísimos hijos. Huaina Cápac, por ejemplo, tuvo unos quinientos (la cifra pertenece al cronista indio Phelipe Guaman Poma. Pero no existe crónica española que le atribuya menos de doscientos o trescientos. Lo mismo dice Garcilaso. Nosotros hemos logrado ubicar con sus nombres a cerca de cien.

Así, el referido Guaman Poma afirma que en el Tahuantinsuyo «los señores grandes tenían muy muchas mujeres y multiplicaron y hincharon la tierra de gente y así multiplicaron muy mucho en este reino», frase que resalta el carácter señorial de la poligamia incásica, así como el permanente afán de una nobleza guerrera por compensar con crecida descendencia la constante merma sufrida en incesante batallar.

La opinión del padre de las ciencias sociales peruanas se ve respaldada por innumerables testimonios del siglo XVI. Escogeremos algunas. «Mujeres hermosas les era lícito tener todas las que quisiesen, y cualquiera moza hermosa que apeteciesen y enviasen a pedirla a su padre, sabía el Inca que se la habrían de dar con grandísimo hacimiento de gracias de que hubiese querido abajarse a tomarla por manceba o criada», nos dice Garcilaso, concordando con cierto escritor Anónimo, quien afirma que todos los vasallos «servían al Inca con gran cantidad de sus hijas para mamaconas que llamaban, las cuales tenían encerradas y con gran guardia, que nadie las veía sino era él, que entraba a las que quería cuando le parecía».

De lo dicho se deduce que es menester revisar varias de nuestras concepciones sobre la vertebración de la familia aristocrática en el Tahuantinsuyo, y, más concretamente, en torno a la casta imperial. Simultáneamente, resultará por igual apasionante comprobar que ócomo lo insinúa el Anónimo referidoó el Ajllahuasi, o «casa de las escogidas», poseía en realidad una doble dimensión, de convento y gineceo.

Coexistían así dos tipos de estos centros de reclusión femenina. Uno era de orden religioso: el de las mujeres del Sol. El otro, al lado, el Ajllahuasi del Inca, constituía el reservorio poligámico de la nobleza orejona.

Un jurista ilustre como Hernando de Santillán, subraya que la conquista incásica se tradujo no únicamente en tierras y rebaños para el vencedor, sino también en mujeres para los capitanes; «cuando un señor de ellos sujetaba una provincia o valle, los naturales le hacían cosa y le señalaban chácaras e indios para beneficiarlas, y le daban mujeres en señal de vasallaje y sujeción».

Para mantenerse el Inca con esa potencia sexual para poder ser prolífico en descendencia es que se alimentaban con raíces oriundas de la serrania peruana como la Maca gran elevador del libido así como la resistencia física que demanda para poder tener relaciones adicionando a su dieta el Hanarpo macho el cual eleva enormemente la fertilidad de la persona, es asi como el nivel de ttosterona lo cual ayuda a poder elevar su potencia sexual como la densidad de los espermas por milímetro cubico ayudaron a aumentar la efectividad.

Siguiendo la misma tradición ancestral de fortificarse sexualmente para poder cumplir con multiples mujeres y procrear gran cantidad de hijos para engrandecer el imperio es que la ciencia actual nos presenta el producto Erectmax que es un concentrado de los principales componentes de la dieta de los Inkas que llega a nuestros días en forma de tabletas para ser consumida sin el peligro de los medicamentos artificiales los cuales en forma natural fortifican y potencian al varón en forma exponencial.